Hace frío. Los pies helados me
duelen, es hora de abrigarse. A esta altura de la noche las temperaturas
descienden, caprichosamente, aunque todavía no haya llegado el invierno.
Estoy inquieta. Siento algo
pesado en la espalda y no es el frío. Pesado, pesar, algo que pesa. La tristeza
o la humedad. Espero no sea nada grave, el comienzo de un resfrío, tal vez. Debo vigilar el agobio. Dicen que puede
transformarse en una bestia indomable si no se descubre a tiempo.
Como Gregorio Samsa. El
desdichado no se dio cuenta que un bagaje de penurias contenidas lo llevarían a
terrible destino. Ni siquiera sospechó y un día, al despertar, se descubrió con
ese inmenso caparazón que lo separó del mundo. ¿Cómo alguien podría convertirse
en un inmenso cascarudo? Suena inverosímil.
Mejor me daré un baño bien
caliente.
¡Oh!- ¿Qué son estas
espuelas marrones que asoman entre mis omoplatos? Juro que ayer no las tenía.
¿De dónde ha salido tan tupida vellosidad en mi espalda?
Tendré que ir a ver a un doctor
la semana que viene…
Adriana Mabel Alfonso
Adriana Mabel Alfonso
Foto: Mecuro-B.-Cotto-mujer-espejo |